El pilar indispensable en tus relaciones: La comunicación

El pilar indispensable en tus relaciones: La comunicación

¿Te has detenido a pensar alguna vez cómo la comunicación es un factor importante en tu bienestar?

Una comunicación abierta y efectiva te permite:

– Promover tu satisfacción y bienestar aliviando el estrés y la ansiedad permitiéndote expresar pensamientos, sentimientos, deseos y necesidades.

Evitar malentendidos y resolver conflictos y encontrar soluciones.

– Construir y mantener relaciones saludables y la confianza en una relación.

– Conectar con los demás, sentirte comprendido, a través de la empatía.

– Te permite comprender las perspectivas y necesidades de los demás y, en consecuencia, fortalecer los lazos afectivos.

¿Te das cuenta de la importancia de la comunicación?

 

CUANDO LA COMUNICACIÓN SE VE INFLUENCIADA POR LA ANSIEDAD…

La ansiedad puede tener un impacto importante en la comunicación contribuyendo a un aumento del estrés, dificultades a la hora de abordar los conflictos, confusión y ambigüedad, falta de entendimiento, llegando a sentirte desconectado de los demás.

Si tienes ansiedad posiblemente habrás experimentado, en alguna ocasión, sentirte abrumad@ por el miedo, la ira, la tristeza… teniendo dificultades para encontrar palabras adecuadas para expresar tus pensamientos y sentimientos de manera clara y coherente y teniendo la sensación de que no te entienden.

Asimismo, posiblemente también te haya pasado que bajo “los efectos de la ansiedad” tiendas a interpretar los mensajes dándoles un tinte negativo, es decir, realizas una interpretación sesgada de la comunicación.

Otro ejemplo de como la ansiedad afecta a la comunicación es como, a veces, tu mente puede estar tan ocupada en preocupaciones y rumiaciones, que se te hace difícil prestar atención cuando te hablan o te comunican alguna información.

También, el miedo a sentirte juzgad@ y/o rechazad@ puede alterar tu forma de comunicarte mostrando una actitud defensiva en la comunicación.

Todos ellos son ejemplos de una necesidad imperante de trabajar en tus habilidades para potenciar una comunicación efectiva para mejorar tu salud mental y emocional.

 

COMO FORTALECER TUS HABILIDADES DE COMUNICACIÓN

Potenciar tus habilidades de comunicación va a contribuir de forma positiva en tu salud psicológica y emocional permitiéndote fomentar la empatía y la conexión emocional, abordar los conflictos de manera constructiva, fortalecer tu autoestima y autoconfianza y reforzar los lazos afectivos con los demás, entre otros.

Algunas pautas claves que te ayudarán a mejorar tus habilidades de comunicación en diferentes contextos y con diversas personas:

  • Buscar ampliar tu vocabulario para poder expresar tus pensamientos, sentimientos y emociones de manera más precisa y variada. Esto te ayudará a qué la otra u otras personas puedan comprenderte mejor y estrechar los lazos afectivos con ella/as.
  • Trata de ponerte en los “zapatos” de los demás, comprender porque se sienten o piensan así. Empatizar te ayudará a comunicarte de manera más efectiva y a fortalecer tus relaciones.
  • Comunica tus ideas de manera clara y concisa para facilitar la comprensión. Asimismo, cuando recibas un mensaje carente de detalles, apuesta por hacer preguntas y comprender lo que intentan comunicarte. De esta forma evitarás malentendidos y pasar malos ratos.
  • Identifica cuando interpretas las señales sociales (una mirada, un gesto…) de manera negativa, lo que puede llevar a malentendidos, conflictos o errores y contrasta la información inferida con la que intenta transmitirte el otro.

Mejorar estas habilidades puede tener un impacto significativo en todas las áreas de tu vida potenciando tu bienestar.

Y ¿Sabes qué? que tu también puedes conseguirlo y ahorrarte ese malestar de hacer interpretaciones erroneas, fortalecer tus relaciones y sentirte satisfech@.

Si quieres que te ayude a mejorar tus habilidades de comunicación para mejorar tu bienestar puedes solicitar una valoración gratuita aquí.

Soy Lídia Palou, psicóloga especializada en ayudar a personas que viven en un estado de constante alerta, viéndose arrastradas por pensamientos perturbadores, emociones difíciles y preocupaciones excesivas, impidiéndoles poder disfrutar en su vida de momentos de calma y tranquilidad.

www.lidiapalou.com

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¡Encuentra tu equilibrio! descubre los límites saludables para una vida plena

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 ¿QUÉ son los LÍMITES?

Son esas “fronteras” que te marcas para ir por la vida con seguridad, son esa parte que te ayuda a mantener el equilibrio protegiéndote de las tormentas y turbulencias.

Imagina que tienes un huerto rodeado por una valla que indica sus límites (la propiedad). Tu cuidas tu huerto, lo cultivas para qué los tomates, las lechugas y todo lo que plantes crezca y dé fruto.

Mientras mantienes el equilibrio en el huerto, regándolo, eliminando las malas hierbas y manteniendo la valla fuerte para que ningún animal pueda entrar para estropear ni comerse nada del jardín, todo va bien. Obtienes rosados tomates, lechugas hermosas, zanahorias grandes… Sin embargo, en el momento que algún animal traspasa la valla y accede a tu jardín puede dañarlo.

Del mismo modo, tu (el jardín en el ejemplo) necesitas de cuidados, necesitas satisfacer determinadas necesidades para alcanzar el bienestar. No obstante, hay personas que, pueden intentar cruzar tus límites (la valla), sobre todo cuando éstos no están bien asentados, como si estuvieran tratando de entrar en tu huerto, sin permiso, para coger alguna verdura.

Aunque, a veces, puede llegar a ser todo un desafío, es importante establecer límites saludables para enfocarte en lo que realmente te importa, disfrutar de sentirte bien, de sentirte respetad@ y mantener una vida equilibrada.

 

¿CÓMO TE VA A AYUDAR PONER LÍMITES?

Elaborar esos límites va a contribuir a que puedas establecer expectativas claras y saludables en las relaciones interpersonales promoviendo una comunicación efectiva y una autoestima sana.

Por ejemplo, a nivel de relaciones sabiendo tú de antemano, lo que quieres, lo que aceptas y lo que no, lo que permites y lo que no permites, puede ayudarte a prevenir la falta de respeto, que tus necesidades e intereses se subestimen, que vivas bajo las expectativas de los demás… e incluso evitar las relaciones “dañinas”.

 

¿CÓMO SABES QUE NECESITAS ESTABLECER LÍMITES EN TU VIDA?

Fácilmente lo puedes detectar notando como tu vida no está yendo como tu querrías, algo no funciona como esperas, tu bienestar está tambaleando…

Si te identificas con una o más de las siguientes señales y sientes que estás sacrificando tu bienestar físico, emocional o mental para satisfacer las demandas de los demás, es probable que necesites establecer límites claros para proteger tu bienestar y calidad de vida.

Seguro que te incomoda ese sentirte insegur@ acerca de tus capacidades, habilidades y lo poco que te llegas a valorar. Te preguntas por qué esas dudas constantes y esa dificultad y poca confianza en ti mism@ para tomar decisiones.

Y, en ocasiones, esa voz interior negativa que constantemente te dice que no haces las cosas bien, que siempre te equivocas o que no eres lo suficientemente buen@, lo que te lleva a evitar desafíos o situaciones en las que puedas cometer errores y sentirte expuest@ o ser juzgad@.

Tiendes a compararte con los demás, pero no para valorar lo tuyo positivo, sino más bien para atormentarte con aquellas carencias que crees que tienes y ello te hace sentir inferior e insuficiente en comparación con los demás.

Pues bien, todo ello podría ser señal de que necesitas equilibrar tu autoestima.

Pero… empecemos por explicar qué es la autoestima.

  1. Te sientes abrumado/a, estresad@ por las demandas de tu día a día (trabajo, niños, casa…).
  2. Sientes elevados niveles de estrés. Estás asumiendo demasiadas responsabilidades y notas una gran carga de trabajo.
  3. Sientes que en tus relaciones estás dando más de lo que te corresponde, tus expectativas con esa/s personas no se cumplen y no te sientes valorad@.
  4. Te cuesta decir no a las demandas de los demás.
  5. Sientes que tus necesidades y deseos quedan como en “segundo plano”.
  6. Te das cuenta que asumes demasiado y no te permite establecer prioridades claras para que puedas enfocarte en lo que realmente te importa, en tiempo para ti mismo o para las actividades que disfrutas.
  7. Temes comunicar tus necesidades y expectativas a los demás por miedo al rechazo.

 

3 PAUTAS IMPRESCINDIBLES ANTES DE ESTABLECER LÍMITES EN TU VIDA

Antes de establecer límites es importante que tengas claridad sobre:

1) Conocer e identificar tus necesidades y valores.

Qué es importante para ti y que no, que te hace sentir cómodo o incómodo, que estás dispuesto a tolerar o no en tus relaciones y vida diaria…

 

2) Conocer e identificar tus emociones y sentimientos.

Esos deben ser la brújula para dirigirte a establecer límites. Cuando algo te haga sentir incómodo, te sientas estresado, abrumado… es el momento de valorar la necesidad de establecer límites.

 

3) No confundas el «egoísmo» con el establecer límites.

El egoísmo es una actitud donde priorizas tus propios intereses y beneficios sin considerar o incluso a expensas de los demás. En cambio, poner límites es cuidar de ti mism@, defender tus propios derechos y necesidades permitiéndote mantener tu integridad personal y bienestar actuando con respeto hacia ti mismo y hacia los demás.

 

MECANISMO PARA ESTABLECER LÍMITES

Una vez has conseguido reflexionar sobre tus necesidades y valores y a partir de esta reflexión establecer lo importante o no importante para ti, lo que estás dispuest@ a tolerar o no, es el momento de poner los límites en práctica. Para ello, te voy a dar 3 claves:

1) Comunica tus límites de manera clara, concisa y respetuosa, de forma directa y expresando tus necesidades y expectativas.

2) Se coherente con tus límites. Evita ceder o cambiar tus límites constantemente.

 

3) Aprende a decir «no» de manera asertiva cuando se vulneren tus límites.

De esta forma, promoverás unas relaciones más saludables y un mayor bienestar emocional.

Además, sabes qué, a veces, puede resultar complicado hacerlo un@ solo, por lo que si estás pensando en potenciar tu bienestar, mi recomendación es que contactes con un/a psicólogo/a profesional que te guíe.

Si quieres que te ayude a establecer tus límites para mejorar tu vida puedes solicitar una valoración gratuita aquí.

Soy Lídia Palou, psicóloga especializada en ayudar a personas que viven en un estado de constante alerta, viéndose arrastradas por pensamientos perturbadores, emociones difíciles y preocupaciones excesivas, impidiéndoles poder disfrutar en su vida de momentos de calma y tranquilidad.

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Cómo dejar de sobrepensar y que no «explote» tu cabeza

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¿no puedes parar de dar vueltas y vueltas a las cosas?

 

“Analizo las cosas una y otra vez, me engancho en lo que puede pasar, en lo que pasó, en lo que hice, no hice, en lo que tendría que hacer… y termino enredándome en un bucle que me genera elevado sufrimiento. ¡Qué tortura!”

¿Te ha pasado?

La cuestión no es dejar de pensar o de preocuparse, no. Pensar es una gran capacidad que tenemos que nos lleva a recordar situaciones pasadas, así como a plantearnos momentos futuros. Preocuparse puede ayudarnos a estar preparad@s para las situaciones y reaccionar ante ellas. Sin embargo, eso no es siempre así. A veces, estas dos funciones pueden llegar a convertirse en una auténtica condena.

Cómo todo, la clave está en buscar el equilibrio para movilizarte a tomar acción o a solucionar las cosas.

Te voy a poner un ejemplo, si pienso: “He trabajado muchas horas estos últimos meses, me he descuidado y la verdad que me siento muy estresada. No me siento bien. Reconozco que estoy irritable y mi estado me lleva a dificultades para concentrarme. Sin darme cuenta la situación me está superando. Tengo que hacer cambios para mejorar mi rendimiento en el trabajo y mejorar mi bienestar buscando la manera de encontrar tiempo para mí. ¿Qué puedo hacer?” En este caso el pensamiento me orienta a buscar alternativas y a cambiar eso que me perjudica. Me moviliza a la acción.

En cambio, si pienso “He trabajado muchas horas estos últimos meses, me he descuidado y la verdad que me siento muy estresada. No me siento bien, estoy irritable, me equivoco a menudo… Si sigo así, me van a despedir. Mis compañeros de trabajo lo llevan mucho mejor que yo y ello hace más evidente que yo no llego a las expectativas. Seguro que han llegado a mi jefe los errores que estoy cometiendo en el trabajo. Todo lo malo me pasa a mi…”. Este pensamiento no me resulta útil y únicamente me lleva a sufrir.

En este último caso, esos pensamientos empiezan a acaparar la mente. Hacen que no puedas dejar de centrar tu atención en hechos negativos, manteniéndote inmerso en este bucle de pensamientos de situaciones pasadas o que pueden ocurrir en el futuro que te generan malestar.

En este contexto podemos distinguir entre:

  • Preocupación: Anticipas las consecuencias de situaciones futuras, inciertas.
  • Rumiación: Das vueltas a sucesos o situaciones del pasado con el objetivo de darles un sentido o encontrarles una solución.
  • Pensamientos obsesivos: Pensamientos intrusivos que aparecen en tu mente, que monopolizan toda tu atención y que te generan elevado malestar por la creencia de que pueden ser ciertos.

 

¿cómo puedes identificar qué estás pensando demasiado?

Pero, la pregunta que posiblemente te haces es ¿cómo reconocer donde está la línea entre el pensar, que te lleva a encontrar alternativas y, el pensar, que te bloquea y te genera malestar?

Algunas señales que te indican que estás ante pensamientos que producen una elevada activación mental, que son perseverantes y que te hacen mantener el foco en aspectos negativos, generándote dificultades a nivel personal son:

  • Engancharte al pasado. Tu mente se encuentra una y otra vez fijada en temas negativos del pasado (momentos en los que lo has pasado mal, conversaciones que ahora abordarías diferente, errores que recuerdas y revives…).
  • Proyectarte a un futuro adverso. Tus pensamientos se centran en imaginar que va a pasar lo peor, piensas constantemente en posibles fracasos…
  • Problemas para dormir. Tu cerebro está activo fruto de pensar mucho las cosas y preocuparte, no pudiéndose relajar.
  • Dificultades para tomar decisiones. Piensas demasiado analizando la situación desde diferentes puntos de vista y eso te lleva a dudar más.
  • Dificultades de atención y concentración. El hecho de mantenerte de forma persistente en un pasado negativo o enfocarte en un futuro adverso hace que no puedas atender al presente en el que te encuentras.
  • Analizar y buscar detenidamente el significado de los pensamientos (“¿por qué ha aparecido en mi mente este pensamiento?», «¿qué significa?», «¿Y si ocurre?…).

Dado que los pensamientos negativos repetitivos pueden ser el origen de problemas psicológicos como los trastornos de ansiedad y del estado de ánimo, es importante aprender a identificar y reconocer estas señales.

 

¿Qué puedes hacer para dejar de pensar excesivamente?

Es importante destacar que todos pensamos en lo que nos ocurre, en las dificultades que tenemos o en los problemas que percibimos. Sin embargo, la dificultad aparece cuando rumiamos, nos preocupamos de manera excesiva o nos obsesionamos con una idea o un tema, que en ocasiones no tiene relevancia o no representa ningún peligro para nosotros.

Por eso te quiero presentar 4 estrategias prácticas que son muy efectivas para que te sea fácil dejar de preocuparte, rumiar u obsesionarte con alguna idea:

 

 Estrategia 1. Aprende a vivir en el presente, momento a momento.

Seguramente lo habrás oído muchas veces, sin embargo, es eficaz. Cuando piensas demasiado habitualmente te centras en el pasado (algo desagradable que pasó, que has dicho o hecho) o en el futuro (algo «malo» que crees que va a pasar). Por lo que si centras tu atención en lo que estás haciendo en el momento te ayudará a dejar de dar peso a ese pensamiento intrusivo. Para ello puedes centrarte en realizar acciones estando pendiente de donde estás, de lo que haces, de cómo lo haces y de lo que sientes.

Estrategia 2. Organiza tus problemas.

Toma una hoja y divídela en tres columnas. En la primera puedes anotar los problemas que requieran de una solución inmediata. En la segunda columna, los problemas que tienen solución, pero no en este momento y, por último, los problemas que no tienen o no requieren de una solución, sino reflexionar sobre ellos y/o aprender a aceptarlos. Ello te dará una mayor sensación de gestión, dejando tu mente más libre, soltando ese rumiar sin parar.

Estrategia 3. Recréate en el pensamiento negativo sin límites.

Busca un momento de tranquilidad donde, durante unos minutos cada día, puedas evocarte totalmente a este pensamiento negativo, recreándote en él y pensando sin límite. Saturar tu mente con el pensamiento tiene un efecto paradógico, por lo que luego durante el día, ese pensamiento posiblemente no reaparezca con tanta intensidad.

Estrategia 4. Aplaza tus preocupaciones al momento y espacio adecuados.

Si por la noche tienes preocupaciones, escribe en un papel el problema o problemas con el objetivo de poder retomarlo y tomar medidas al día siguiente. Ello liberará a tu cerebro de mantener en mente esta dificultad y permitirá que se pueda relajar. También puedes hacerlo durante el día, buscando un momento específico y apropiado para atender la preocupación y buscar una solución.

Estas son mis recomendaciones para que dejes de pensar excesivamente y rompas con este bloqueo que no te deja avanzar en tu día a día. Recuerda que cuidar tu salud mental es ganar calidad de vida, y eso hay que mantenerlo en el centro.

Espero que te haya gustado y te animo a ponerlo en práctica y dejarme tus comentarios.

 

Soy Lídia Palou, psicóloga especializada en ayudar a personas que viven en un estado de constante alerta, viéndose arrastradas por pensamientos perturbadores, emociones difíciles y preocupaciones excesivas, impidiéndoles poder disfrutar en su vida de momentos de calma y tranquilidad.

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Hacia una autoestima sana y equilibrada

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Seguro que te incomoda ese sentirte insegur@ acerca de tus capacidades, habilidades y lo poco que te llegas a valorar. Te preguntas por qué esas dudas constantes y esa dificultad y poca confianza en ti mism@ para tomar decisiones.

Y, en ocasiones, esa voz interior negativa que constantemente te dice que no haces las cosas bien, que siempre te equivocas o que no eres lo suficientemente buen@, lo que te lleva a evitar desafíos o situaciones en las que puedas cometer errores y sentirte expuest@ o ser juzgad@.

Tiendes a compararte con los demás, pero no para valorar lo tuyo positivo, sino más bien para atormentarte con aquellas carencias que crees que tienes y ello te hace sentir inferior e insuficiente en comparación con los demás.

Pues bien, todo ello podría ser señal de que necesitas equilibrar tu autoestima.

Pero… empecemos por explicar qué es la autoestima.

 

¿QUÉ ES LA AUTOESTIMA?

Se trata de la forma en que te ves, es decir, como te valoras y te sientes acerca de ti mism@. Cómo aprecias tus propias características personales. Y esta forma de verte va fluctuando a lo largo del tiempo según las situaciones por las que pasas, las experiencias de la vida, las relaciones sociales, tus creencias, tus pensamientos, tus logros… Todo ello va moldeando esta forma que tienes de verte y eso influencia en tu bienestar.

Algunas veces puedes ser capaz de observar y valorar las cosas que se te dan bien, las cosas por las cuáles puedes destacar, teniendo en cuenta esas características que son debilidades en tí, pero sin que les des la importancia que lleguen a ser un obstáculo en tu vida. Incluso, en ocasiones, puedes transformarlas de tal manera que les das una perspectiva diferente minimizando el impacto. Otras veces, estas debilidades tienen un gran peso en ti, actuando como una pared opaca que oculta tus cualidades y fortalezas, no permitiéndote poder verlas con claridad y haciendo que te centres en estas carencias. 

 

COMO MEJORAR Y EQUILIBRAR TU AUTOESTIMA

La clave para tener una autoestima equilibrada y sana se encuentra en tener una percepción de ti mism@ ponderada y realista y ello implica aceptarte y valorarte, reconocer tus cualidades, fortalezas y logros, así como aceptar tus imperfecciones y aprender de tus dificultades.

Todo ello requiere de tiempo y esfuerzo y, lo más importante conocerte a ti mism@. Conocerte más a ti mism@ significa:

1) Identificar tus habilidades.

Apreciar tus habilidades, aquello que se te da bien, así como reconocer esas áreas en las que te favorecerá mejorar.

2) Aceptar aquellas imperfecciones o debilidades propias.

Tomar como parte de ti esas imperfecciones, que no puedes cambiar, buscando otra perspectiva. Buscar cómo puedes integrarlas en tu persona de tal forma que no perjudique tus habilidades y que quizás le puedas encontrar una utilidad.

3) Reconocer las emociones.

Reconocer las emociones que experimentas y distinguir hasta qué punto las sientes de forma funcional y te ayudan a avanzar.

4) Observar como te tratas a ti mism@.

Analizar como es ese diálogo interno que mantienes contigo mism@, esas conversaciones que influyen en tus sentimientos, en la forma que ves las cosas y que guían tus acciones.

5) Identificar las creencias y pensamientos negativos.

Determinar esas creencias y pensamientos negativos distorsionados, esa autocrítica que dista de la realidad.

6) Comprender tu comportamiento.

Entender por qué haces lo que haces y que te lleva a tomar determinadas decisiones y a realizar ciertas acciones.

7) Reconocer tus miedos.

Definir esos miedos que te incapacitan, que te frenan y que no te permiten cambiar.

8) Considerar tus valores personales.

Reconocer tus valores personales, esas pautas que adecuas a tu estilo de vida, esas cosas que son importantes para ti, esos comportamientos que te motivan y rigen tus decisiones.

 

El autoconocimiento es el pilar principal de partida para equilibrar y mantener una sana autoestima. Implica reconocer y atender tus necesidades y prioridades, observándote y tratándote de forma compasiva, con comprensión y afecto, disminuyendo la autocrítica, encontrando aquello por lo que te puedes valorar y aceptando y comprendiendo tus limitaciones y debilidades, responsabilizándote de tus acciones.

 Y ahora que ya sabes por dónde empezar ¿cómo vas a conseguir fortalecer tu autoestima?

Puedes empezar marcándote pequeños objetivos que te acerquen a la meta final. Podrías comenzar por observarte en un aspecto concreto que no te guste, analizando qué te genera, qué te implica, como actúas ante éste, porque haces lo que haces… y, a partir de aquí, poder empezar a enfocarlo de forma más objetiva y útil.

En cualquier caso, si quieres que te ayude, puedes solicitar información en este formulario.

Soy Lídia Palou, psicóloga especializada en ayudar a personas que viven en un estado de constante alerta, viéndose arrastradas por pensamientos perturbadores, emociones difíciles y preocupaciones excesivas, impidiéndoles poder disfrutar en su vida de momentos de calma y tranquilidad.

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Cómo afrontar la ansiedad en el duelo

Cómo afrontar la ansiedad en el duelo

Si te estás preguntando como sobrellevar tu duelo quédate. Aquí vas a encontrar como las bases afrontar el malestar que supone pasar por un proceso de duelo.

Ahora bien ¿qué es el duelo?

El duelo es todo ese embrollo de emociones que sientes después de haber sufrido una pérdida (tristeza, rabia, culpa…). Implica emociones, sentimientos, sensaciones y acciones que te ayudan a aceptar la muerte de tu ser querido.

El duelo es doloroso y a veces la gente de tu entorno, en un gesto para no verte sufrir, tiene el impulso de cuidarte, darte consejos, animarte… Sin embargo, con el intento de ayuda, a veces, se dicen cosas que duelen, que provocan un sufrimiento añadido cuando estás pasando por un duelo.

“La gente me dice cosas que no entiendo, que no puedo hacer en este momento y que no me sirven más que para sentirme más ansiosa:

 “La muerte te enseña muchas cosas”

 “Debes ser fuerte”

 “debes distraerte”

“El tiempo lo cura todo”

“Debes salir”…

Me siento como si me hubieran dado una paliza, todo el cuerpo me duele. No tengo ganas de comer, aunque a momentos reconozco mi ansiedad por comer dulces. Me cuesta arreglarme y cuidarme. No duermo bien. Me siento rara, no me reconozco, como si mi cuerpo no fuera mío, como si yo no fuera yo. No recuerdo, a veces, lo que me dicen y estoy despistada y confusa. Me siento la mayor parte del tiempo agitada. Y ese olor que hace que mi corazón vaya a mil por hora, tiemble y me sienta mareada llevándome de forma inmediata a revivir ese día, ese día que la muerte llamó a mi casa. Y lo que más me desconcierta es que en un momento tengo muy claro que ha muerto pero en otro, es como si estuviera a punto de entrar por la puerta a la hora que él solía llegar. ¡Quiero acabar con ese sufrimiento!”.

¿Te identificas?

Afrontar una experiencia difícil innegablemente puede llevar a reaccionar de forma impulsiva para evitarla, con el fin de dejar de sufrir. Y es que tu cuerpo cuando percibe un sufrimiento excesivo despliega una serie de mecanismos internos de protección, para atenuar el dolor, como negar los hechos después de fallecer alguien querido. Tu cerebro no puede tolerar esa intensidad de dolor de golpe. El funcionamiento podríamos compararlo a cuando te administran medicación por goteo intravenoso. Éste no se puede administrar de una vez con lo que regulan la velocidad del goteo de la solución para administrar una dosis adecuada, con la cantidad que puede tolerar tu cuerpo en cada momento, con tal de conseguir resultados óptimos. Entonces, tu cerebro actúa de forma similar, va regulando el nivel de exposición al sufrimiento en función de la tolerancia que tienes al dolor, lo que te ayuda a poder sobrevivir a dicha situación traumática.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que estas estrategias que utiliza el cerebro son como “armas de doble filo”. Cuando las utilizas a corto plazo y/o de forma puntual para aliviar ese intenso dolor te ayudan en estos primeros momentos a transitarlo y facilitará que puedas autorregularte mejor, pero cuando se mantienen en el tiempo, convirtiéndose en tu forma de reaccionar habitual, te lleva a distanciarte de tu cuerpo, a distanciarte del dolor que sientes, con lo que no será posible seguir un proceso de duelo adecuado, desencadenando en elevada ansiedad.

Únicamente elaborarás el duelo y apaciguarás la ansiedad si te abres a la experiencia de sentir tus emociones, sentimientos y sensaciones y, solo lo conseguirás cuando te permitas sentir y expresar el dolor.

 

¿Cuáles son esas estrategias que inconscientemente pones en práctica para no sentir y que se convierten en una fuente de ansiedad? 

  • No hablar del fallecido. No te protege del dolor de vivir sin la persona fallecida. Ello te impide expresar tus sentimientos dificultando la elaboración emocional, cognitiva y relacional, lo que aumentará tu ansiedad y difícilmente te permitirá encontrar una nueva forma de estar en el mundo. A medida que vayas hablando sobre el fallecido irás elaborando e integrando esta pérdida permitiéndote reelaborar el vínculo con el fallecido/a ahora que ya no está presente. 
  • Evitar lugares que te traen recuerdos del fallecido. Al principio es normal por la intensidad del dolor que supone. Sin embargo, es importante no alargarlo demasiado en el tiempo permitiéndote que cuando veas el momento y te sientas preparad@ puedas plantearte ir al lugar y hacer algún ritual que para ti tenga un sentido (llevar flores al lugar, pronunciar algunas palabras…).
  • Evitar fechas señaladas (navidades, cumpleaños…). Esto no es más que otra huida del propio dolor que no desaparecerá. En estas fechas, para transitar el duelo, puedes adaptar a la situación, como, por ejemplo, en Navidad poner una foto del ser querido en el árbol, poner una vela, dedicarle unas palabras…
  • Anclarte en la fantasía de negación (principalmente cuando no se ha encontrado el cuerpo como en catástrofes naturales, ahogos, secuestros…). En los casos que aunque no ha aparecido el cuerpo, pero las circunstancias de la muerte y la presencia de ningún indicio de vida, lleve a considerar que la persona ha muerto es habitual que la incertidumbre continúe. En estos casos es importante establecer algún lugar donde ubiques simbólicamente a la persona fallecida (una roca en el mar, un árbol en la montaña…) donde se pueda hacer los rituales necesarios (llevar flores, sentarse un rato allí a sentir aquella persona…) para poder dirigirte de alguna manera a la persona perdida, poder transitar en el duelo, disminuyendo ese elevado nivel de ansiedad. 
  • Mantener intactas las pertenencias de la persona fallecida. Mantener las pertenencias del fallecido/a durante un periodo largo de tiempo y sin tocar nada de como él/ella lo dejó, es otra forma de buscar no sentir la añoranza y el vacío. Sin embargo, aunque cada persona sigue su ritmo para desaferrarse de los objetos y recuerdos, mantener las cosas intactas a largo plazo no te ayuda a elaborar el duelo y despierta la angustia en ti. Es importante, escucharte a ti mism@, pensándolo bien antes de desprenderte de las pertenencias, sin sentirte presionad@ y encontrando lo que es mejor para ti, pero sin que se alargue en años.
  • Mantenerte ocupado, principalmente en el trabajo. Es otra forma de huir de este dolor emocional, de la realidad distrayendo la mente. Cuando se trata de descansar la mente puede ser una buena opción, pero cuando se convierte en un refugio permanente estás distrayendo la mente y apartándola de ese sentir trascendental para realizar este proceso de adaptación a tu nueva realidad. Es importante que dediques un tiempo a hablar del duelo, a sentir la tristeza para ir procesando la situación.
  • Buscar calmar la ansiedad con comer en exceso, abuso de alcohol, fumar… Cuando comer, beber, fumar… se convierte en una forma de aliviar la angustia te lleva a no asumir tus propias emociones o no recordar el dolor de lo sucedido y llega a ser un problema. Aparentemente te sientes aliviado, pero ese alivio es momentáneo, a largo plazo te sientes más ansioso y, pueda qué este comportamiento se convierta en un hábito que va agravándose con el tiempo y, finalmente dándote cuenta que no resuelve el dolor ni la añoranza, sino que acabas sintiéndote más deprimido y/o ansioso.

  

¿Qué te puede ayudar a calmar la ansiedad en el duelo? 

Todo aquello que te ayude a tomar consciencia de tu cuerpo y a cuidarlo, por dentro y por fuera, te dará fuerza para transitar este camino del duelo y te facilitará el poderte autorregular mejor.

1. Busca esas personas con los que te sientas a gusto y puedas expresarte, personas que puedan estar a tu lado sin esa necesidad de hacer nada ni forzar la situación para que estés bien, sino simplemente acompañándote, si hace falta hablar, hablar, o si necesitas silencio que puedas tenerlo a su lado. Se trata de sentirte reconfortado con la presencia de esta persona. Asimismo, cuánto más hables del hecho, cuando más pongas en palabras cómo te sientes, aunque al principio te dolerá, notarás como menos daño te hará a largo plazo.

2. Toma contacto con el exterior. Exponte a esos días de sol, pasea por la naturaleza, pasea a tu mascota… ello mejorará tu bienestar.

3. Haz ejercicio físico o practica algun deporte. El ejercicio te ayudará a regular tu estado de ánimo. La liberación de endorfinas hará que te sientas mejor, que se reduzca la tensión y estrés en ti.

4. Relaciónate con los demás. Si te sientes con ganas puedes quedar con amig@s o realizar actividades sociales como voluntariados o participar en algún grupo de ocio. Si aun no te sientes preparad@ pasa tiempo con tu familia. El sentirte acompañado y relacionarte socialmente mejorará tu bienestar.

5. Haz del trabajo una distracción momentánea, encontrando tiempo también para satisfacer tus propias aficiones (escuchar música, leer, tocar un instrumento, hacer manualidades…) así como para estar contigo mism@. Buscar el equilibrio va a disminuir tu ansiedad y a aumentar tu serenidad.

6. No tomes decisiones importantes como vender la casa donde ha fallecido la persona querida, alejarte de personas con las que en este momento no te sientes a gusto como separarte de la pareja… Son decisiones importantes que se deben valorar y tomar con serenidad, no bajo una intensidad emocional elevada.

7. Habla de tu situación a tus compañeros de trabajo más cercanos, con los que tengas confianza, que sepan que puede y no puede ayudarte en este momento.

8. Haz una dieta sana evitando las grasas y azúcares. Aunque la digestión de esos alimentos inicialmente genera un alivio de la angustia, termina elevando los niveles de ansiedad, aumenta la irritabilidad y baja tu energía.

9. Busca restaurar tu ritmo de sueño cuidando tus hábitos: sigue una rutina a la hora de acostarte y levantarte, haz un baño con agua cliente antes de ir a dormir, escucha música relajante, practica relajación o meditación…

10. Calma tu mente y tu cuerpo anclándote al presente. Cuando te sientas agitad@, inquiet@ o ansios@, busca un momento para tomar conciencia de tu respiración. Toma aire por la nariz suave y profundamente, nota el trayecto del aire hasta llegar a los pulmones y exhala despacio hasta sacar todo el aire. Repite esta secuencia durante unos minutos. Observarás que los latidos de tu corazón disminuyen su ritmo, que la presión en el pecho desaparece.

Cuando recuerdas un acontecimiento difícil como es lo que supone la pérdida de un ser querido y le pones palabras para describirlo, con alguien al lado que te apoya, el dolor va perdiendo fuerza.

Como has podido observar la ansiedad se encuentra en la necesidad del huir de lo que se siente, lo que lleva a comportamientos que no son sanos ni ayudan a avanzar, como el hecho de no expresar las emociones, evitar recuerdos del fallecido/a, negar la muerte, mantenerte permanentemente ocupado para no sentir…

Es importante, recalcar que cada persona vive el duelo de una manera determinada y que todo lo que se vive durante el duelo es válido, sin embargo, no se trata de quedarte anclado en el dolor o el miedo, sino aprender a dar un lugar a las emociones para procesarlas adecuadamente y poder asimilar satisfactoriamente la pérdida sin que estas emociones terminen siendo prisioneras en tu interior y, en consecuencia, un pretexto de ansiedad.

Ahora ya sabes la clave para afrontar la ansiedad en el duelo. Comparte este post con alguien que esté pasando por la pérdida de un ser querido y que sepas que pueda ayudarle.

Y recuerda: nunca olvides lo importante que son las emociones y que aprender a expresarlas y sentirlas es tu misión para mitigar la ansiedad.

Soy Lídia Palou, psicóloga especializada en ayudar a personas que viven en un estado de constante alerta, viéndose arrastradas por pensamientos perturbadores, emociones difíciles y preocupaciones excesivas, impidiéndoles poder disfrutar en su vida de momentos de calma y tranquilidad.

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¿Qué hacer con las hormonas que se alteran en la ansiedad?

¿Has oído hablar acerca de qué las hormonas afectan a la ansiedad? ¿Quieres conocer cuáles son los motivos por los que se descompensan?

En ese caso quédate porque te voy a explicar cuáles son las hormonas que se desequilibran en la ansiedad, el por qué y, lo más importante, qué puedes hacer para prevenir que se disparen.

 

¿Qué hormonas se relacionan con la ansiedad y de qué forma?

Tu cuerpo está preparado para reaccionar al estrés protegiéndote de las amenazas y buscando el equilibrio interior, para adaptarse a los cambios y, las hormonas aquí tienen una función fundamental. Estas son las que conectan, de alguna manera, el cerebro con el cuerpo y cuando existe algun tipo de desequilibrio se manifiestan a través de algún síntoma.

 

Cuando tu organismo percibe una amenaza se activa un sistema de alarma en tu cuerpo y se liberan diferentes hormonas, entre ellas la adrenalina y el cortisol.

Pero se habla mucho del cortisol como hormona del estrés, como si fuera realmente malo. Pero ¿realmente es malo?

Aunque el cortisol se relaciona con el estrés, también se relaciona con la actividad diaria y el bienestar. Un nivel moderado de esta hormona en tu cuerpo te ayuda a controlar el estrés, mantiene contantes los niveles de glucosa en sangre, regula el metabolismo de proteínas, grasas y regula los niveles de la presión arterial. Habitualmente, los niveles de cortisol en sangre aumentan por la mañana haciendo que te mantengas activ@ y, a lo largo del día, van disminuyendo su concentración con tendencia a la baja durante la noche, lo que facilita el descanso.

De aquí que, la respuesta sea que el cortisol en sí no es malo. Sin embargo, como se dice, todos los extremos son dañinos, ya sea por defecto o por exceso. Por tanto, no tienes que obcecarte en llevar a cabo acciones para reducir el cortisol al máximo, dado que es necesario para que puedas desenvolverte adecuadamente en tu día a día. Sin embargo, cuando éste eleva sus niveles ante una amenaza, manteniéndose la respuesta de estrés y ansiedad, o activándose frecuentemente, es cuando es probable que aparezca un desequilibrio en tu cuerpo, por lo que un objetivo fundamental a perseguir es la disminución de la ansiedad, debido a las consecuencias a largo plazo que podría tener sobre tu salud.

La adrenalina es otra hormona que también se dispara ante la percepción de un peligro. Puede aparecer cuando intentas cruzar la calle y de repente un patinete eléctrico aparece de forma imprevista, pasando a toda velocidad por delante de ti o cuando estando tranquil@ mirando la televisión, por el corriente del aire, se cierra la puerta dando un fuerte golpe, causándote un buen susto. En estos dos ejemplos, tu organismo percibe un peligro por lo que la adrenalina activa tu sistema nervioso simpático para obtener mayor energía para luchar o huir ante el peligro percibido.

Sin embargo, tanto la adrenalina como el cortisol pueden permanecer con carácter continuado cuando, por ejemplo, te han atracado en la calle, y cada vez que sales a la calle sigues sintiendo ese temor, manteniéndote en hiperalerta, con el corazón palpitando y a la expectativa del movimiento de cualquiera que se te acerque. En este momento, ante este cúmulo de estrés y ansiedad, tu cuerpo va segregando un torrente de adrenalina y cortisol, pero esta vez sin existir un peligro real y experimentando un elevado malestar con palpitaciones, aceleración del ritmo cardíaco, sudoración, tensión muscular… lo que se puede traducir en un problema para tu salud como trastorno del sueño, dolor de cabeza, problemas digestivos y también puede derivar en un trastorno de ansiedad y/o depresión.

 

¿Qué puedes hacer para regular los niveles de adrenalina y cortisol?

 

 1. Stop azucares, Stop embutidos demasiado grasos, stop bollería…

Cuando tienes ansiedad es habitual que no te alimentes adecuadamente e incluso que sientas esa necesidad de comer compulsivamente para tratar de contrarrestar los síntomas que, en muchas ocasiones, se traduce en el consumo de azúcares (bollería, galletas…) o grasas, cosa que a su vez te provoca más ansiedad. En este caso es fundamental una dieta saludable y equilibrada rica en frutas, cereales, legumbres, verduras, hortalizas…

2. Sustancias como tabaco o el alcohol al mínimo y si puedes mejor eliminarlas.

El alcohol deprime el sistema nervioso y puede producir un efecto pasajero sedante que enmascara la ansiedad, por lo que es utilizado en ocasiones como estrategia para reducir la ansiedad. Sin embargo, los desequilibrios que produce en neurotransmisores (glutamato, noradrenalina…) puede acrecentar el estado de ansiedad. Asimismo, es común pensar que fumar alivia el estrés y la ansiedad, pero en realidad, esta es una creencia errónea. Algunos estudios, han encontrado que altos niveles de nicotina se asocian con mayores síntomas de los trastornos de estrés, depresión y ansiedad.

3. Sustancias estimulantes (café, té, cacao…) ingiérelas con moderación.

La cafeína es un excitante que en dosis bajas puede producir cierta activación y un mayor rendimiento cognitivo. Sin embargo, a dosis elevadas puede contribuir a la aparición de nerviosismo, temblores e incluso ansiedad.

4. Una buena higiene del sueño es esencial.

El insomnio se da, principalmente, cuando nos notamos sobre activados a nivel físico y mental con pensamientos intrusivos y preocupaciones incontrolables. Para disminuirlo es importante preservar la constancia en los horarios de acostarse y levantarse, mantener las rutinas en las horas antes de ir a dormir, dejar un periodo de tiempo prudente entre la cena y el acostarse para una buena digestión, evitar utilizar pantallas (móvil, ordenador, tablet) al menos una hora antes de ir a dormir, dado que la luz que desprenden las pantallas puede aumentar la activación del sistema nervioso.

5. Camina, haz ejercicio físico, algún deporte…

El ejercicio físico estimula la producción de endorfinas y serotonina, lo que a su vez puede disminuir la liberación de adrenalina, mejorando el estado de ánimo.

6. Ejercicios de respiración, relajación y/o meditación pueden ser una buena opción.

Te ayudarán a relajar todo tu cuerpo para calmarte haciendo que los niveles y efectos de la adrenalina disminuyan.

7. Detecta y afronta aquellas situaciones o hábitos proclives a causarte estrés y/o ansiedad.

Hacer una lista de dichas circunstancias o causas puede ayudarte a entender tu malestar y a tomar medidas para minimizar cómo reaccionas en ese tipo de situaciones. Por ejemplo, en el no saber decir «no» puedes encontrar formas para priorizar tus deseos y necesidades tomando un tiempo para responder, proponiendo alternativas… o en el sentir sobrecarga laboral, no teniendo tiempo para ti mism@ puedes, si eres tu propio jefe, delegar trabajos y gestionar recursos y, si dependes de un gerente, hablar con él para establecer un plan de acción conjuntamente.

Como ves, conocer y comprender la función de dichas hormonas marca la diferencia y te ayuda a ver que, a veces no se tiene que “apostar” por querer eliminarlas o extremarlas, sino simplemente llevar a cabo sencillas acciones para equilibrarlas es suficiente.

Ahora es tu turno.   ¿qué te parece si empiezas por probar alguna de las recomendaciones y me dejas en los comentarios como te ha ido?

 

Soy Lídia Palou, psicóloga especializada en ayudar a personas que viven en un estado de constante alerta, viéndose arrastradas por pensamientos perturbadores, emociones difíciles y preocupaciones excesivas, impidiéndoles poder disfrutar en su vida de momentos de calma y tranquilidad.

www.lidiapalou.com

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