¿Qué es la ansiedad?

 «Un día cerraré los ojos y, aun sintiéndome como un niño atemorizado, me acercaré a ti y escucharé eso que dices que me abrirá la puerta a sentir calma en mi mente y en mi cuerpo».    

La ansiedad es una reacción normal que se da en todas las personas, que todos tenemos en un momento u otro de nuestra vida. Su función se centra en alertarte y prepararte para actuar de forma efectiva ante riesgos y amenazas.

De hecho, para desempeñarte adecuadamente en tu día a día, es necesario un cierto estado de activación psicológica y fisiológica, dado que mejora tu rendimiento y tu capacidad de reacción. Si no, te resultaría complicado poder llevar a cabo tus actividades, disminuiría muchísimo tu capacidad de respuesta y anticipación, te volverías pasivo/a y sin capacidad para resolver muchas de las cosas que te ocurren. Por ejemplo, es bueno tener cierto nivel de ansiedad ante un examen. Ésta actúa como elemento activador de la atención, concentración y aumenta el rendimiento.

Gracias a la ansiedad puedes afrontar situaciones nuevas y/o complicadas.

Así, puedes observar que la ansiedad es una reacción fisiológica, en principio, adaptativa y necesaria, gracias a la cual te puedes adaptar mejor al medio social, laboral…

Pero ¿Qué ocurre, cuando tu respuesta, ante una situación de amenaza es desproporcionada?

En estos casos la ansiedad se vuelve un problema dado que es cuando te desorganiza la vida, afecta a tu capacidad de disfrutar y de no poder afrontar con garantías las situaciones amenazantes, interfiriendo en tu vida social, en la pareja, en el trabajo…

Sin embargo, me gustaría decirte que la ansiedad no es mala. Los síntomas de la ansiedad son señales que te alertan de que algo en ti no termina de ir bien y, por lo tanto, es importante prestarle atención, escucharla y atenderla para descubrir qué necesitas revisar para recuperar tu equilibrio interior.

 

¿Cómo se manifiesta la ansiedad?

Cuando tienes una dificultad emocional o psicológica que te afecta y que percibes como algo que te supera puede emerger la ansiedad. Por ejemplo, un caso reciente es el de una chica que llegó a mi consulta tras haber sufrido un pequeño accidente al habérsele cruzado en la carretera un corzo. Afortunadamente no sufrió heridas. Sin embargo, la experiencia hizo que, a partir de aquél momento, apareciera el miedo. Cuando tenía que conducir empezaba a sentir como si el corazón se le saliera de lugar, como si le faltara aire y gran debilidad en las piernas. En este contexto se ponen en marcha tres elementos básicos: los síntomas físicos, los pensamientos y los comportamientos que llevas a cabo.

Cuando te preguntas ¿QUÉ PASA EN MI CUERPO CUANDO TENGO ANSIEDAD? Ésta es la parte física o de reacciones corporales. Son los síntomas físicos que experimentas ante la ansiedad, como pueden ser dificultad para respirar, dolor en el pecho, entumecimiento u hormigueo en las manos, pies o cara, boca seca, temblores, malestar estomacal, palpitaciones, nauseas, latidos cardíacos fuertes….

Estos síntomas se experimentan porque tu cerebro está enviando un mensaje de peligro y por tanto, prepara a tu cuerpo para ponerse en marcha, liberando sustancias químicas (Adrenalina, noradrenalina y cortisol), para darte energía y de esta forma poder hacer frente a la situación ansiosa. Hasta que estas sustancias no son destruidas, que no es de forma inmediata, tu organismo no se restablece. Por este motivo, a veces, aun y haber desaparecido el peligro, aún te sientes inquieto y con ansiedad.

Cuando la pregunta que te haces es ¿QUÉ PIENSO CUANDO APARECE LA ANSIEDAD? hace referencia a aquellos pensamientos perturbadores que aparecen en tu mente, muy habitualmente centrados en previsiones sobre un posible futuro catastrófico. Por ejemplo, pensar en el ejemplo interior, que se te volverá a cruzar de nuevo un corzo y esta vez será mucho peor. Si tu cuerpo percibe que hay una amenaza, entonces el cerebro, automáticamente lo evalúa enviándote pensamientos negativos y generándote emociones, principalmente de miedo.

Otros pensamientos, ya más centrados en los síntomas experimentados, que te pueden pasar por la cabeza en un estado de ansiedad son: «me estoy muriendo», «me estoy volviendo loco», así como experimentar inseguridad, miedo, preocupaciones, dificultad para tomar decisiones, confusión, complicaciones para concentrarte.

 ¿CÓMO REACCIONO? ¿QUÉ CONDUCTAS LLEVO A CABO? Ésta es la parte motora. Se trata de lo que haces, como actúas cuando estás ansioso/a. Puedes presentar inhibición o sobreactivación motora, evitación de situaciones que temes, comportamiento defensivo, búsqueda de seguridad, agresividad, llanto, bloqueo, etc. Sin embargo, la evitación es la conducta más significativa que hacen las personas con ansiedad.

La situación en nuestra mente se desarrolla como una cadena: Se da una situación, pueden aparecer emociones y pensamientos negativos y ello hace que aumente tu alerta, lo que a su vez intensifica tus sensaciones desagradables, incrementa tu miedo y ello te lleva a comportarte de una manera determinada. Por ejemplo, en el caso que planteado al principio del artículo, podría ser dejar de conducir por la carretera donde ocurrió el accidente y, poco a poco, ir disminuyendo la conducción por el miedo hasta dejar de conducir completamente.

 De aquí la importancia de romper con esta cadena que nos lleva a la evitación, a la magnificación de la situación, a una intensificación de los síntomas desagradables y que nos puede llegar a limitar enormemente en el día a día.

¿Quién es más propenso a sufrir ansiedad?

La ansiedad debes saber que no es sólo una respuesta emocional a una situación o un estilo de vida, sino que a veces existen factores genéticos o tipos de personalidades. También son factores de riesgo el estrés mantenido en el tiempo, una alimentación desequilibrada, el consumo excesivo de cafeïna o alcohol o relaciones afectivas tóxicas.

¿Qué ocurre cuando la ansiedad se prolonga en el tiempo?

Si la ansiedad se prolonga en el tiempo, y no buscas solución, puede tener repercusiones a nivel físico y psicológico. Por una parte, puede provocarte un desgaste físico: agotamiento, una disminución de las defensas, carencia de vitaminas y minerales, problemas digestivos (úlceras…), problemas dermatológicos (eczemas, acné…), asma, problemas sexuales….etc. Y por otra, existe también un desgaste psicológico: depresión, irritabilidad, cambios bruscos de humor o del estado de ánimo, baja autoestima, dificultades de atención, concentración y memoria…

¿Qué puedes hacer para prevenir ansiedad?

      1. Mantener una alimentación equilibrada.
      2. Cuidar los hábitos de sueño.
      3. Reducir o eliminar el consumo de cafeína cómo puede ser el café, coca cola…
      4. Limitar el consumo de bebidas alcohólicas.
      5. Hacer ejercicio o practicar algún tipo de deporte.
      6. Practicar técnicas de relajación. Puedes incluir también yoga o meditaciones.
      7. Hacer una lista de los pensamientos negativos que tenemos como resultado de la ansiedad, y escribir otra lista que contenga pensamientos alternativos más adaptativos para reemplazarlos.
      8. Encontrar tiempo para uno mism@.
      9. Cultivar las relaciones sociales saludables y el disfrute.

¿Cómo se trata la ansiedad?

Los fármacos, en este caso ansiolíticos, son importantes y hacen que la ansiedad disminuya rápidamente, pero lo que es cierto es que sólo con los medicamentos no aprenderás a controlar la ansiedad, dado que cuando éstos se retiren no sabrás cómo actuar para reducirla. La opción es que si precisas de fármacos, combines éstos con técnicas psicológicas, con el objetivo de alcanzar un mejor autoconocimiento, que seas capaz de identificar y cuestionar tus pensamientos negativos perturbadores ampliando la perspectiva de pensamiento y aprendas a regular tus emociones.

Realizar una terapia psicológica te ayudará a superar tus dificultades de ansiedad de una manera más rápida y eficaz.

Ahora que ya sabes qué es y como funciona la ansiedad, es un buen momento para valorar dar un paso más hacia tu bienestar emocional, ¿no crees? 🙂

 

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Soy Lídia Palou, psicóloga especializada en ayudar a personas que viven en un estado de constante alerta, viéndose arrastradas por pensamientos perturbadores, emociones difíciles y preocupaciones excesivas, impidiéndoles poder disfrutar en su vida de momentos de calma y tranquilidad.

www.lidiapalou.com

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