¿Sensaciones abrumadoras te atormentan, te asustas y no entiendes qué te está pasando realmente?

Si tus sensaciones son fruto del miedo y/o la ansiedad, tengo algo importante que compartir contigo.

El miedo es una emoción funcional y tiene una tarea fundamental: mantenerte a salvo.

La complicación aparece cuando tu cerebro no diferencia o no distingue, el peligro real del imaginado. Es decir, tu no reaccionas a lo que está pasando en realidad, tu reaccionas a tu forma de ver el mundo, a la película “mental” que te estás haciendo. Es esa película de “terror” que te haces tú, formada por imágenes, palabras y/o sensaciones, la que te da miedo. Por ejemplo, vas caminando por la calle y al tomar la esquina te aparece un perro que te gruñe y te da un buen susto. La realidad es que es un perro que gruñe, pero en tu mente la película podría ser el imaginarte que el perro te ataca, te muerde e incluso puedes imaginarte luchando contra él. Esa película proviene de tus pensamientos y creencias fundamentadas en tus experiencias anteriores y en la idea de tu mundo.

Y ese tipo de “películas” mentales que te haces son la que pueden despertar diferentes tipos de miedo.

 

Miedos frecuentes en la ansiedad.

 1. Miedo al miedo.

Es esa fuerte angustia y miedo a los síntomas de la ansiedad.

Cada vez que sientes los síntomas te asustas, piensas que algo malo te va a suceder. Ese pensamiento, al mismo tiempo, incrementa la ansiedad, lo que hace que aumenten los síntomas y/o su intensidad. En este momento, desarrollas una capacidad de autoobservación excesiva y pones todas tus fuerzas en controlar cada sensación.

Y… ¿Cómo afecta ese comportamiento a tu vida diaria?

La ansiedad y el pánico hacen que actúes evitando situaciones que te provocan esos síntomas, dejando de acudir a determinados lugares, dejando de realizar actividades, evitando personas… se trata de evitar “a toda costa” las situaciones en las que piensas que se puede repetir esa terrible experiencia.

En este caso se puede destacar la constante autovigilancia a tus sensaciones corporales y físicas.

 

2. Miedo a perder el control o a volverte «loc@».

El temor a que no puedas controlar tu propio pensamiento y/o comportamiento es frecuente en la ansiedad.

Es esa sensación de qué estás perdiendo la razón pensando que puedes llegar a realizar acciones graves, ya sea hacia ti mismo o hacia otros.

Es cuando piensas que puedes hacer daño a tu hijo, clavar un tenedor a tu pareja, empujar a alguien a las vías del tren… o bien, que podrías tirarte por el balcón, ponerte en medio de la calle en el momento que pasa un coche…

Por otra parte, ese miedo también se puede traducir en una sensación de extrañeza e irrealidad, una extraña sensación de no sentirte tu mism@, quizás te miras al espejo y no te reconoces, o como si te desconectases de tu entorno, éste se te hace extraño.

La presunción de que podrías volverte loco o perder el control te lleva a estar en extrema alerta y evitar aquellas circunstancias que piensas que podrían hacerte caer en la «tentación» (acercarte al balcón, jugar con tu hijo, acercarte a la vía del tren, coger un cuchillo o un tenedor…).

No se trata que tu intención sea hacerlo. Tu sabes que no lo harías, pero piensas que la aparición de pensamientos o impulsos internos te llevarán a hacer eso que no quieres.

 

3. Agorafobia.

 La agorafobia es ese miedo a que te pase algo en un lugar que no es conocido para ti, del que crees que es difícil escapar o que nadie te podrá ayudar. No te sientes segur@ en un lugar público, especialmente donde hay multitudes. El miedo puede ser tan abrumador que es probable que tengas la necesidad de tener un acompañante para salir o que sientas que no puedes salir de tu casa.

 

4. Miedo a enfermar. 

Es el temor a sufrir una enfermedad (un ictus, un infarto, un cáncer…). En ocasiones, la solución que encuentras es la búsqueda de información para asegurarte de qué no tienes nada o quieres asegurarte de que sabes lo que tienes y eso es lo que te causa la ansiedad (cuánta más información tienes más miedo e inseguridad te creas), mucho más que el estar enfermo.

Cuando la situación se agrava teniendo la necesidad de asistir a consultas médicas con frecuencia para tranquilizarte o evitar la atención médica por miedo a que te diagnostiquen una enfermedad grave, examinar tu cuerpo reiteradamente para detectar síntomas o signos de enfermedad, preocuparte constantemente por tu estado de salud… podríamos estar ante un trastorno hipocondríaco.

 

5. Miedo a perder seres queridos.

El miedo a perder personas queridas está vinculado al temor, a la anticipación con angustia y sufrimiento, de vivir la ausencia de un ser querido y, en consecuencia, perder el afecto de esta persona, lo que implica esa necesidad de protegerla de cualquier amenaza que ponga en peligro su vida o la relación existente.  Comprende un cúmulo de pensamientos anticipatorios sobre una situación o circunstancia que es estadísticamente posible, pero que, en el momento presente, no es real.

En el miedo a perder seres queridos por enfermedad, accidente… un ejemplo muy habitual es el que cuando tu pareja, tu hijo, tu madre, tu padre… tarda más de la cuenta en llegar a casa se dispare en ti el pensamiento que le ha ocurrido algo malo.

 

¿Qué tienen en común todos esos miedos?

Todos esos miedos tienen en común el miedo a la muerte. Este sería el miedo en el que convergen los cinco miedos anteriores mencionados. Es esa reacción emocional provocada por un elevado nivel de ansiedad consecuencia de la percepción de una situación banal y que no entraña peligro objetivo como amenazante y que puede poner en riesgo tu propia vida o la de tus seres queridos.

Esa idea de morir como hemos visto puede provenir de una gran variedad de situaciones, vivencias o estímulos y cuando se convierte en realmente incapacitante podemos estar hablando de fobia a morir, la tanatofobia.

 

¿Qué puedes hacer?

Los esfuerzos que puedas realizar para no sentir esos miedos son ineficientes. Cuando más luches contra esos miedos o, dicho de otra forma, cuánto menos miedo quieres tener más aparece con lo que pierdes confianza sobre ti mism@.

Una vida sana y con bienestar no es la ausencia de miedo sino aprender la medida necesaria de miedo con la que puedes vivir, es decir, buscar el equilibrio entre el miedo necesario que te ayude a tomar precauciones y valorar los riesgos que tienes delante y la confianza para asumir la responsabilidad de superar las dificultades que te depara la vida.

 

Tips para manejar el miedo.

  • Deja de luchar o evitar el miedo, aprende a aceptarlo. El miedo es una reacción natural ante una situación que percibes como amenazante, por lo que más que evitarlo debes entenderlo. Es importante que sepas la causa de este temor y cuáles son las sensaciones y como se manifiestan en ti.
  • Analiza las cosas que has hecho hasta el momento y que no te han funcionado. Sal de este bucle, en el que te insistes haciendo lo mismo y busca nuevas alternativas.
  • No esperes a hacer lo que temes cuando el miedo desaparezca. Eso no va a suceder. Empieza a afrontar el miedo, aproximándote poco a poco a la meta y observarás como éste va a ir desapareciendo a medida que te expongas a aquello que te da miedo.
  • Y si el miedo es demasiado intenso o se convierte en una fobia, es necesario pedir ayuda psicológica especializada. Si quieres que te ayude puedes ponerte en contacto conmigo. Trabajaremos junt@s para encontrar las causas de tu miedo y diseñar nuevas soluciones realmente efectivas.

Pide tu sesión de valoración gratuita.

Soy Lídia Palou, psicóloga especializada en ayudar a personas que viven en un estado de constante alerta, viéndose arrastradas por pensamientos perturbadores, emociones difíciles y preocupaciones excesivas, impidiéndoles poder disfrutar en su vida de momentos de calma y tranquilidad.

www.lidiapalou.com

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